jueves, 25 de julio de 2013

EL RETORNO AL ESPÍRITU DE SANTILLANA DEL MAR



El 30 de agosto de 2003, encarando un otoño clave para las aspiraciones del PSOE en las Elecciones Generales de marzo de 2004, comenzaba en la localidad cántabra de Santillana del Mar la reunión del Consejo Territorial del PSOE. Casi diez años después, el PSOE y el PSC vuelven a estar en la oposición y el espíritu de Santillana del Mar ha sido borrado completamente, entre otras cosas porque la gestión del mismo fue desastrosa.
            Lo que debería haber sido un punto de partida para una imprescindible reforma de nuestro modelo territorial a partir de los postulados socialistas del siglo XXI, se ha transformado en un conflicto que amenaza con romper, por un lado, el modelo de Estado y, por otro, el marco de relaciones entre dos partidos hermanos: el PSOE y el PSC.
            Justamente el espíritu y la letra de la declaración de Santillana del Mar trataban de establecer un marco sólido de relaciones institucionales entre todas las regiones y comunidades autónomas de España, basado en los principios de pluralidad y lealtad constitucional, teniendo como punto de referencia el título VIII de nuestra Constitución.
Para el encuentro se había preparado un documento titulado “La España plural: La España constitucional, la España unida, la España en positivo” del que, en primer lugar, destaca su título, el concepto de la España plural tan utilizado por Zapatero y cuyo primer usuario fue Pascual Maragall que lo venía manejando desde hacía dos años. La primera vez que lo utilizó fue en una conferencia leída en el Club Siglo XXI, el 8 de febrero de 2001, y presentada por el propio Zapatero en la que el dirigente catalán habló de su proyecto para España y de un nuevo consenso constitucional en el que se reconocieran los hechos diferenciales de Cataluña y Euskadi.
En Santillana del Mar se expresó la conveniencia de abordar la reforma de la estructura del Estado pero sin abandonar el Estado de las Autonomías diseñado por la Constitución de 1978. La resolución planteaba unas reformas de carácter general como potenciar el Senado como auténtica Cámara territorial, al tiempo que se admitía la posibilidad de acometer otras eventuales reformas particulares o estatutarias con el fin de atender las demandas de incremento competencial y de mayor participación en las tareas estatales por parte de aquellas que lo plantean a través de la reformas estatutarias.
            Curiosamente el término federal no se mencionaba en el documento pero está claro que todo aquello que allí se planteó iba en la línea de federalización del Estado de las Autonomías, con una reforma constitucional limitada a acoger la nueva configuración y funciones del Senado.
En la nueva doctrina del PSOE de aquellos tiempos se empezaba a usar el concepto de “España plural” con cierta naturalidad. El término fue utilizado en la reunión de Santillana del Mar, donde se decía que “la esencia de la unidad de España es el reconocimiento de su pluralidad y que el Estado Autonómico no sólo es respetuoso con la pluralidad de las autonomías, sino que lo es también con la singularidad y la particularidad de hacer valer-sin quebranto de los principios constitucionales y los derechos iguales de los ciudadanos-las Comunidades Autónomas o cada Comunidad Autónoma”. Como vemos no se utilizaba el término “hechos diferenciales” pero usaba un sinónimo que es “singularidades”, lo que implica la aceptación velada de la asimetría, piedra angular desde el proceso constituyente del nacionalismo catalán y vasco, para el reconocimiento de sus “hechos diferenciales”, todo ello para que las “Comunidades Autónomas se sientan cómodas, y para que el espacio común y compartido sea habitable y aceptable para todos”.
Este esfuerzo de reforma no nacería fruto de una reforma general de todos los Estatutos de Autonomía, sino como resultado de la bilateralidad propia de reformas estatutarias particulares. Esto, lógicamente, no tiene nada que ver con un proyecto federal al uso, ni con una estructura de Estado integral, sino más bien con un “federalismo asimétrico que el PSOE no había defendido nunca desde el proyecto constituyente de 1978 hasta ese año de 2003, y que sería traducido en papel en el Estatuto de Cataluña con la aquiescencia del Grupo Parlamentario del PSOE en el Congreso y con la del propio Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero en el año 2005.
            Otro de los aspectos claves de Santillana del Mar fue marcar una serie de líneas rojas que no podían ser traspasadas por las reformas estatutarias promovidas o apoyadas por los socialistas españoles, algo que, posteriormente, se traspasaría con el Estatuto de Cataluña. En la declaración se propuso una “oposición frontal a todo segregacionismo o pseudosoberanismo”, en referencia a los primeros pasos del Plan Ibarretxe, y se quiso ajustar a una “impecable adecuación a la Constitución, a sus valores, y a la integridad política y territorial de España” y apostó por un amplio consenso social y político para fundar la iniciativa de la reforma estatutaria y congruencia en el proyecto político socialista. Algunas de estas líneas rojas no veían explicadas en el proyecto original y fueron incorporadas a partir de enmiendas de Rodríguez Ibarra y José Bono, pero no se cerró un tope competencial que no pudiese rebasar ningún estatuto de autonomía.
            El balance final de la reunión de Santillana del Mar es que todos los miembros de la misma salieron más o menos contentos. De un lado, el partido salió reforzado en su imagen de ocuparse de temas de interés nacional, los “barones regionales”, con Bono y Rodríguez Ibarra a la cabeza, también mostraron su satisfacción al haber marcado ciertas líneas rojas al modelo de Estado y los socialistas vascos vieron reconocidas sus preocupaciones a la vez que frenaban al Plan Ibarretxe. Los socialistas catalanes, por su parte, se mostraron especialmente satisfechos y así, para Joaquín Nadal “el documento intenta poner de manifiesto que el modelo constitucional está suficientemente maduro para que se pueda impulsar y hacer posible la diversidad y pluralidad so que nadie tiemble” y Pascual Maragall apuntó que “hemos puesto las bases del segundo cuarto de siglo de la España democrática…la España plural ha dado un paso de gigante y ha echado a andar con paso firme”.
Para finalizar, el secretario general, José Luis Rodríguez Zapatero, en el discurso de clausura de las Jornadas de Santillana del Mar, destacó que esta declaración contiene un proyecto que consigue “madurar la España constitucional”, al desarrollar aspectos de la Constitución de 1978 que habían permanecido durante 25 años sin ningún tipo de cambio. Alabó la necesidad de dar un nuevo proyecto para la estructura territorial del Estado, sin cambiar el modelo del Estado de las Autonomías. Sobre todo destacó las propuestas de carácter general que habían salido de la reunión como la reforma del Senado y mecanismos de cooperación y como idea final y con respecto a las reformas estatutarias insistió que su objetivo era la mejora de las prestaciones de los ciudadanos y de la inmediatez y accesibilidad de las instituciones, exigiendo en todo caso la “adecuación a la Constitución”.
En el contexto actual donde más que nunca urge una revisión a fondo del funcionamiento del Estado autonómico y en el que el PSOE debe marcar una posición unitaria al respecto, sería bueno retomar el espíritu de Santillana del Mar. Eso sí, no traicionarle si no afianzarle con el horizonte de sentar las bases de una España plural en el que convivan en armonía todas las nacionalidades y regiones de España. Y para ello la aportación del PSOE debe ser clave, eso sí, con un discurso claro y meditado  y en el que todas las federaciones del partido sean leales y que, en ningún caso, vuelvan a traicionar el espíritu de aportaciones tan importantes en la historia socialista como la nacida en la reunión celebrada en Santillana del Mar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario